lunes, 30 de mayo de 2011

Fragmentos de "Aranmanoth"

Advertencia: encontre eso en un comentario en una entrada de un blog, no se de donde es ni quien lo publico, no me hago responsable de los efectos colaterales que pueda ocasionar.

-Llévame al Sur, Aranmanoth, llévame al Sur.
-¿Dónde está? -preguntó él.
Windumanoth no supo contestar. Se quedó callada unos segundos y al fin dijo:
-No lo sé. Ya no sé dónde está el Sur. Pero lo recuerdo, y sé que existe.

Y se interrumpió inesperadamente porque de pronto la palabra “Sur” le parecía una palabra prohibida, proscrita, como si no fuera posible pronunciarla sin sentirse culpable y humillada.

-Mira -dijo Aranmanoth-, …distingo a lo lejos, entre aquellos árboles, una luz.
Y fueron hacia ella hasta que se dieron cuenta de que se trataba, simplemente, de la luz de una luciérnaga.

El espléndido verano se mecía en los trigales, y el sol se apoderaba de la tierra y de todas sus criaturas. Todo parecía arder, desde las más diminutas hierbas o flores silvestres a las copas de los árboles que se alzaban como lanzas apuntando al firmamento. Aquel grandísimo sol que se presentaba como el rey del cielo y de la tierra borraba el recuerdo de la primavera, del otoño y del invierno. Tan sólo existía el verano, avallasador y depredador como el corazón.

Y entonces se tendieron en la hierba, el uno en brazos del otro, y de nuevo se encontraron y sintieron que se conocían, o se reconocían, desde un tiempo tan remoto como nuevo, tan dilatado como fugaz. Rodaron suavemente enlazados, sus labios y sus cuerpos tan unidos que parecía que nunca podrían separarse.

Aranmanoth y Windumanoth habían dejado de buscar el Sur. Los dos sabían que el Sur estaba en ellos…