miércoles, 13 de junio de 2012

Terquedad de Nanahuatli o el padecimiento del camino

[...]_Padecimiento del camino, así lo llaman.
A esas alturas, Tres Rostros comenzaba a mostrar su mueca triste.
_Verás, hermano, las criaturas humanas olvidan que están enraizadas. No como los árboles, tal vez. Pero hay un sitio del que tomaron la vida y a ese sitio se parecen. Hay una porción de polvo a donde las plantas de sus pies se acomodan. Y allí donde la tierra y el agua, el aire y el fuego comparecieron para presenciar un nacimiento, allí hay una casa. Caminan como si creyeran que, en verdad, existe un sitio que se llama "adelante". Pero los caminos que tan a menudo recorren, por buenas o malas causas, y a veces sin ellas, se afianzan con los pasos de los que nunca llegan.
Thungür escuchaba en silencio.
_Nanahuatli padece de ese mal, infinita pena de los que ya no encuentran sitio donde descansar sin añorar otro. La verás palidecer y enflaquecer, la verás permanecer seca frente a la sonrisa de sus hijos y, a veces, te enfurecerás. Entonces piensa que esa mujer... -el Brujo mostró su mueca de duda-. Piensa que Nanahuatli, sin importar donde duerma, dormirá lejos de su casa para siempre. ¿Puedes entenderlo, Thungür?
Thungür entendía en silencio.
_Ella vivirá lejos y lejos morirá. Y ni el sur ni el norte remediarán eso.
_También Cubuc se marchó de Beleram -dijo Thungür-. Muchos guerreros husihuilkes y yo mismo atravesamos el continente.
_Todos probamos el mismo veneno y sólo algunos retorcemos -replicó el Brujo.
Como Tres Rostros persistía en el silencio, el guerrero lo incitó.
_Me dices que Nanahuatli ha enfermado sin remedio y luego callas. Me dejas en la peor de la penumbra, hermano.
_¡Ay! -se levanto Tres Rostros, que ese día no iba a mostrar su mueca alegre-. Las criaturas humanas nunca comprenderán. Nunca podrán evitar el impulso de dar nombre a todo. Esa es su esencia, como el vuelo para  los pájaros. Y lo mismo que el vuelo, la capacidad de nombrar los lleva lejos y alto. Pero deben saber que los nombres tanto explican como ocultan. No hay modo de nombrar si no es evadiendo, si no es ignorando. Déjame decirte que nombrar es cortar camino pero que, por ese atajo, se pierde gran parte del bosque. Te preguntarás por qué digo estas insensateces cuando te trajo hasta mí la pena de tu esposa. Lo hago porque lo haría Kupuca. El Brujo más amado te diría que, aunque ustedes eligen nombrarla por su opaca y atroz apariencia, una enfermedad es mucho más que eso-Tres Rostros regresaba al barro-. ¡Ahora presta atención a lo que ocurra! -su voz se resolvía en borbotones-. Y acecha el propósito que reside en los padecimientos.
La espalda del Brujo se disolvió en el barro. Y si algo agregó, Thungür ya no pudo escucharlo[...]


Fragmento de "Oficio de Búhos", Liliana Bodoc.