domingo, 17 de abril de 2011

Laberintos de Espejos

Alguna vez no sintieron que iban caminando y al cruzarse con gente conocida, con amigos, con personas que en algún momento, quizás 5 minutos atrás, estaban en nuestras vidas, caminaban a nuestro lado, respondían nuestras frases, acompañaban nuestras aventuras. Pero después, cuando los volvemos a ver, están en otro camino, en otra aventura. Entonces descubrimos que los caminos no son paralelos sino zigzagueantes. Van y viene, suben y bajan, se cruzan y se alejar, se enredan y se vuelven a desatar. La vida no es como una ruta, plana, estrecha, solo con algunas curvas.
Si dibujamos todo el recorrido que hace un bello pez en el mar desde que nace, ese sería el trayecto más parecido a la vida, y como único límite, la superficie, la muerte. Ahora imaginen el recorrido de todos los peces del océano. Así se verían todas nuestras vidas. Algunas líneas más largas que otras, algunas entrelazadas por más tiempo pero todas juntas al fin. Por ese motivo, uno se siente triste al ver que ya no están ahí, porque sabe que realmente si están, porque por más que se alejen, siguen estando en el mar.
Cuando esto pasa, parece que estamos en un laberinto de espejos. Nos vemos reflejados en distintos caminos, con distintas personas, y decimos "yo podría estar ahí". Pero no lo estamos. Sabemos que solo hay un camino, el nuestro.
La vida misma es un laberinto en el que todos estamos atrapados. Tiene millones de salidas, pero solo una está abierta para nosotros. Por eso, todos nos cruzamos. Aveces compartimos nuestro viaje con uno y luego con otro. Aveces, caminamos solos y aveces en grandes grupos. Aveces, decidimos desviar nuestros caminos, para ayudar a encontrar a alguien el suyo, y después nos ayudan a encontrar el nuestro.
Entonces pienso, "todos somos viajeros de distintos caminos, con el mismo pasaje". Y si... Al fin y al cabo, la vida no es más que un laberinto de espejos en el mar.

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